Pasada la inyección anímica que me produjo la visita de Murcutt y continuando con la temática tocada en posts anteriores (Punkitectura, SLow Tech, Arquitectura de la Glocalidad) encontré una definición oportunísima de Otl Aicher , de su libro El mundo como proyecto: "La verdadera técnica (...) es inteligencia materializada con el objetivo de hallar la mejor solución con un gasto mínimo."
En un pasaje de este recomendadísimo libro se refiere a una "tercera modernidad" (la primera sería la de Paxton/Eiffel, la segunda la de Behrens, Gropius, LC, Mies) que retoma al Constructivismo.
Dice Aicher: "...De este tipo de construcciones se deriva un nuevo tipo de estética. Una estética que también habla a la cabeza. Estas construcciones se pueden leer, se pueden entender. Se las descubre. Lo que se ve es así porque es más acertado que de cualquier otra manera. Se descubren ocurrencias, lógica, ingenio. No es la pura estética del ánimo, de la sensación indefinible. Aquí tampoco habla ningún espíritu de la época, ningún sentimiento cósmico; simplemente se ve una de las mejores soluciones posibles a una cuestión planteada. La tercera modernidad remite a la primera. Es constructiva, no formal. Pero sabe que lo técnicamente correcto no tiene necesariamente que ser lo bello. La optimízación técnica y la optimización visual son dos cosas distintas. Pero aun teniendo leyes distintas y debiendo abordarse en sus categorías propias, no pueden separarse. Lo bello necesita lo correcto, lo correcto debe desplegarse en la mejor estética. Lo bello del arte como lo bello autónomo no tiene sitio en la técnica por otro lado, lo correcto, lo técnicamente mejor, también quiere desplegarse en el orden estético. Y en ocasiones lo más bello es a la vez lo mejor. "
Y refiriéndose a la estetización de la técnica, afirma:
"La Arquitectura ha descendido hoy al nivel de las revistas de modas. Se estudian revistas, ya
no se aprenden métodos de construcción más allá de como una modista tiene que aprender cómo deben efectuarse las costuras de los vestidos. Y entretanto también la construcción técnica se ha reducido a moda. La nueva estética se llama aquí high-tech. Se toma la técnica únicamente como ornamento, como catálogo para nuevas ocurrencias en el diseño. El Art Decó estuvo a punto de tragarse a la Bauhaus, el Art Decó era el arte oficial de los años veinte. La Bauhaus no tenía nada de oficial. Y así parece a veces que la high-tech va a tragarse a la nueva, tercera, modernidad. Mucho de lo que hoy produce la impresión de que un arquitecto ha colaborado con un ingeniero no debe considerarse sino pura apariencia, una nueva moda formalista. "
La mirada de Aicher, si bien demasiado eurocéntrica en algunos puntos, nos da un marco teórico para analizar a esta corriente arquitectónica, heterogénea pero con un denominador común que es el valor fundamental que se le da a la técnica como elemento central en lo proyectual pero no con una búsqueda efectista sino con un profundo estudio de la misma a partir de su valoración por su potencial transformador y con una ética que amalgama a la técnica con una estética y un habitar sustentable.
En un pasaje de este recomendadísimo libro se refiere a una "tercera modernidad" (la primera sería la de Paxton/Eiffel, la segunda la de Behrens, Gropius, LC, Mies) que retoma al Constructivismo.
Dice Aicher: "...De este tipo de construcciones se deriva un nuevo tipo de estética. Una estética que también habla a la cabeza. Estas construcciones se pueden leer, se pueden entender. Se las descubre. Lo que se ve es así porque es más acertado que de cualquier otra manera. Se descubren ocurrencias, lógica, ingenio. No es la pura estética del ánimo, de la sensación indefinible. Aquí tampoco habla ningún espíritu de la época, ningún sentimiento cósmico; simplemente se ve una de las mejores soluciones posibles a una cuestión planteada. La tercera modernidad remite a la primera. Es constructiva, no formal. Pero sabe que lo técnicamente correcto no tiene necesariamente que ser lo bello. La optimízación técnica y la optimización visual son dos cosas distintas. Pero aun teniendo leyes distintas y debiendo abordarse en sus categorías propias, no pueden separarse. Lo bello necesita lo correcto, lo correcto debe desplegarse en la mejor estética. Lo bello del arte como lo bello autónomo no tiene sitio en la técnica por otro lado, lo correcto, lo técnicamente mejor, también quiere desplegarse en el orden estético. Y en ocasiones lo más bello es a la vez lo mejor. "
Y refiriéndose a la estetización de la técnica, afirma:
"La Arquitectura ha descendido hoy al nivel de las revistas de modas. Se estudian revistas, ya
no se aprenden métodos de construcción más allá de como una modista tiene que aprender cómo deben efectuarse las costuras de los vestidos. Y entretanto también la construcción técnica se ha reducido a moda. La nueva estética se llama aquí high-tech. Se toma la técnica únicamente como ornamento, como catálogo para nuevas ocurrencias en el diseño. El Art Decó estuvo a punto de tragarse a la Bauhaus, el Art Decó era el arte oficial de los años veinte. La Bauhaus no tenía nada de oficial. Y así parece a veces que la high-tech va a tragarse a la nueva, tercera, modernidad. Mucho de lo que hoy produce la impresión de que un arquitecto ha colaborado con un ingeniero no debe considerarse sino pura apariencia, una nueva moda formalista. "
La mirada de Aicher, si bien demasiado eurocéntrica en algunos puntos, nos da un marco teórico para analizar a esta corriente arquitectónica, heterogénea pero con un denominador común que es el valor fundamental que se le da a la técnica como elemento central en lo proyectual pero no con una búsqueda efectista sino con un profundo estudio de la misma a partir de su valoración por su potencial transformador y con una ética que amalgama a la técnica con una estética y un habitar sustentable.
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